Entrevista a Huscke Mau: La legalización gangrena a Alemania

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Por Francine Sporenda
Traducción: Maura Lopez   Colaboración: Olga Baselga

 

F.S.: ¿Cómo explica usted que Alemania (según un dicho popular) se haya convertido en el «burdel de Europa»?

H.M.: En mi opinión, la razón por la cual Alemania se ha convertido en el punto de tránsito número uno de la trata de personas con fines de explotación sexual no es solamente a consecuencia de la ampliación de Europa, con la entrada de los países de Europa del este, sino también de la demanda. Tenemos una demanda muy fuerte en Alemania: 1,2 millones de hombres visitan los burdeles cada día. Agregue a eso que nuestras leyes promueven la prostitución: ésta fue legalizada en 2002 y por tanto ya no es ilegal ser proxeneta o gerente de burdel. El proxenetismo sólo se criminaliza si es «explotador» –es decir, que le confisque el 50% de las ganancias de la mujer prostituida. Sin embargo, este cálculo no se aplica a las rentas percibidas por las habitaciones alquiladas en los burdeles, que son muy altas: de 100 a 180 euros al día normalmente. Si los conservadores y la derecha no desaprueban la prostitución más que para asegurarla como derecho masculino clandestino, en tanto que las mujeres prostituidas son despreciadas, la izquierda y los Verdes adoptan posiciones que son una cortina de humo: definen la prostitución como un trabajo, llegando a presentarla como feminista o «empoderante». En lugar de ofrecer alternativas a las mujeres, o medios para escapar de ella, sus esfuerzos sólo apuntan a hacer que la prostitución resulte más aceptable. El hecho de que el 89% de las mujeres quieran cambiar de vida es silenciado completamente.

F.S: ¿Puede hablarnos de la «ley para la protección de mujeres prostituidas» recientemente adoptada? ¿Qué establece? ¿Cuáles son los aspectos negativos y positivos (si los hay)?

H.M.: Esta ley « Prostituiertenschutzgesetz » (ley de protección de prostituidas) plantea regulaciones para los administradores de burdeles y las prostituidas. Fue aprobada este verano. Los administradores de burdeles ahora deben tener un permiso o una licencia para ejercer. Aquéllos que ya han sido condenados por trata de personas no pueden ser autorizados a administrar un burdel. Las prostituidas deben registrarse y deben asistir a sesiones individuales de formación sanitaria. Además, la utilización de preservativos es ahora obligatoria para los clientes prostituyentes, éste es el único punto positivo de ley. Los puteros que insisten en no utilizar preservativos recibirán multas elevadas. En este contexto, la estrategia política implementada por esta ley sólo consiste en hacer desaparecer los aspectos más catastróficos de la prostitución en Alemania, por ejemplo, las tarifas planas para los burdeles o las ofertas de «gang bangs» (violaciones colectivas) que están ahora prohibidas, pero no se aborda la situación de las prostituidas como tal. Salvo por los preservativos obligatorios, no hay nada en estas regulaciones que responsabilice a los clientes-puteros, no hay ninguna ayuda para salir de ahí, no hay nada que ofrezca alternativas a las mujeres. La ley ni siquiera estipula los 21 años como edad mínima para entrar en la prostitución: esta disposición fue rechazada como «prohibición de actividad profesional». En consecuencia, la explotación de mujeres muy jóvenes provenientes de las zonas más pobres de Europa va a continuar en Alemania. La prostitución forzada es muy difícil de demostrar, si bien la policía estima que 9 mujeres de cada 10 trabajan para un proxeneta oculto.

F.S: Usted dice que las administraciones municipales son las encargadas de aplicar esta ley y que es eso mismo lo que garantiza que no serán aplicadas. ¿Puede explicar por qué?

H.M.: Efectivamente, las administraciones municipales deben aplicar esta ley pero los fondos que se les destina para hacerlo son insignificantes. Según la ley, las ciudades deben crear nuevos empleos, por ejemplo, para trabajar en las oficinas donde las mujeres prostituidas deberán registrarse. También necesitamos intérpretes (muchas prostituidas en Alemania son de origen extranjero NdlT). Necesitamos médicos para la capacitación en salud. Pero lo que verdaderamente parece interesar al estado es beneficiarse económicamente al máximo con la prostitución y no les interesa lo más mínimo invertir en ayudas eficaces para las mujeres afectadas. No hay suficientes centros de atención, no hay ayuda suficiente para salir de la prostitución, no hay suficientes alternativas disponibles para las mujeres prostituidas.

F.S: ¿Nos puede explicar cómo la legalización de la prostitución genera corrupción en la policía, las administraciones locales y las esferas políticas?

H.M.: Los que se benefician con la legalización son en primer lugar los proxenetas, los administradores de burdeles y los puteros. La prostitución legal manda a los clientes-puteros el mensaje de que está bien comprar mujeres. Ser putero ya no tiene nada de vergonzoso en Alemania, todo lo contrario. Recientemente un hombre fue juzgado por haber estrangulado a una mujer. ¡La jueza sugirió que si le gustaba estrangular mujeres habría podido recurrir a una prostituta! De esta manera la violencia contra una cierta categoría de mujeres queda naturalizada, no hay ninguna solidaridad con las mujeres prostituidas. Muchos hombres son puteros en Alemania, hay estadísticas que indican que al menos 3 hombres de cada 4 han recurrido a una mujer prostituida al menos una vez en su vida. Si lo pueden hacer con tanta facilidad, ¿por qué no lo harían? En cambio, las prostituidas no son descriminalizadas en absoluto. Si no respetan las regulaciones relativas a las zonas autorizadas para el ejercicio de la prostitución son sancionadas. Son sancionadas si no pagan sus impuestos. Esto da a los administradores de burdeles y a los puteros los medios para chantajearlas. Muchos policías y políticos también son puteros. Mi primer proxeneta era policía y tenía muchos policías como “clientes”. Y nadie ve eso como un problema porque el proxenetismo es legal. Y como esos policías y esos políticos son puteros, toman decisiones que favorecen sus intereses como clientes-puteros. Y además la presencia de prostíbulos en una ciudad aumenta considerablemente el monto de ingresos fiscales de la ciudad: hay que ver lo que pagan de impuestos los megaburdeles como el «Pasha» en Colonia. Es una gran torta para los políticos, es imposible que renuncien.

F.S: ¿Puede hablarnos de las cadenas de megaburdeles en Alemania? ¿De qué manera los malos tratos a mujeres prostituidas son sin duda peores que en todas las otras formas de prostitución (tarifa plana, violaciones grupales, ‘gang-bangs’, sistemas de vigilancia de las mujeres como en una prisión, etcétera)?

H.M.: Sí, efectivamente en Alemania tenemos burdeles gigantescos. Hay dos tipos de burdeles. Aquéllos donde los puteros y las mujeres se encuentran y pueden subir a las habitaciones, y aquéllos donde los puteros desfilan por los pasillos ante las mujeres sentadas delante de su habitación para hacer su elección. Sí, la ley de protección de prostituidas de 2017 suprimió las ofertas de tarifa plana y los ‘gang-bangs’, pero lo que sucede actualmente es que los grandes burdeles prosperan en tanto que los más pequeños o los burdeles en apartamentos están cerrando.

F.S: La legalización ha convertido a los proxenetas y traficantes de personas en hombres de negocios respetables. Usted menciona en su blog el caso del Príncipe de Sachsen Anhalt que invirtió una parte de su fortuna en los prostíbulos. Estos «hombres de negocios» ahora pueden publicar abiertamente ofertas de empleo para contratar nuevas mujeres prostituidas, los anuncios de burdeles son visibles en todas partes en Alemania. ¿Nos puede hablar de esta naturalización del proxenetismo y la prostitución, y del efecto que produce en la sociedad alemana y en la situación de las mujeres en general?

H.M.: Cuando vemos a los gerentes de burdeles aparecer en programas de televisión o incluso tener sus propios shows televisivos, esto hace aumentar la aceptación social de la compra del cuerpo de las mujeres a un nivel sin precedentes. Administrar burdeles, ser propietario o cliente-putero ya no está mal visto en Alemania. Sin embargo, esto no implica una mayor aceptación de las mujeres prostituidas, ellas siguen siendo consideradas como escoria humana. Vender sexo se sigue viendo como despreciable e inmoral mientras que comprar sexo se ha convertido en algo perfectamente normal. Ahora la opinión pública simpatiza con los puteros y proxenetas, y ése es el resultado de la legalización.

Otra consecuencia de la legalización es la naturalización de la violencia hacia las mujeres. Tuve que soportar escuchar de parte de personas conocidas que no sabían que yo era prostituida, dar lecciones sobre el tema de que la compra de sexo es un servicio perfectamente normal. Al mismo tiempo, la naturalización de la prostitución tiene efectos a largo plazo en la forma en que la sociedad comprende (o mejor dicho no comprende) las otras formas de violencia sexual contra las mujeres. Tenemos ahora situaciones en que las mujeres que presentan denuncias por violación son acosadas a su vez con acusaciones de difamación si el perpetrador no puede ser condenado por falta de pruebas. Esto no es una coincidencia.

F.S: ¿Nos puede hablar de los «sindicatos de trabajadoras sexuales» y del lobby pro-prostitución en Alemania? ¿Quiénes son esas personas? ¿Cuántas verdaderas prostituidas hay en esos grupos?

H.M.: Aquí tenemos el BSD (Berufsverband Sexueller Dienstleistungen), «Asociación profesional de servicios sexuales», que en realidad no es más que una asociación de gerentes de burdeles y que sin embargo es consultada regularmente por políticos sobre todas las cuestiones relativas a la prostitución, aunque sólo sean administradores. También está la BESD (Berufsverband erotische und sexuelle Dienstleistungen), «Asociación profesional de servicios eróticos y sexuales », que se presenta como una especie de sindicato para las «trabajadoras sexuales», pero en realidad sus portavoces administran celdas de dominatrices o alquilan habitaciones a las prostituidas, y por tanto también son operadores de lugares de prostitución. La asociación no quiere revelar cuántos miembros tiene. Hydra, un centro de asesoramiento –y lobby— en Berlín asesora abiertamente para facilitar la entrada en la prostitución.

F.S: Usted dice que las asociaciones pro-«trabajo sexual» no sólo son inútiles para las mujeres que quieren dejar la prostitución, sino que en realidad intentan impedir que las mujeres prostituidas dejen la prostitución, e incluso intentan atraer nuevas jóvenes. ¿Nos puede hablar de eso?

H.M.: Estas asociaciones empezaron a decir (tras presiones políticas) que apoyan a las mujeres que quieren salir de la prostitución porque, según ellas, ese «trabajo» no es para todo el mundo. Pero en realidad estas declaraciones no conducen a ninguna ayuda. En vez de apoyarlas para dejarlo, tenemos centros que aconsejan a las prostituidas y hacen ‘lobby’, y de todas maneras no hay muchos. Hay Estados federales que no tienen ninguno. Y cuando los hay son pro-«trabajo sexual». Esto quiere decir que hacen campaña para que las mujeres prostituidas no sean consideradas como un grupo que ejerce una actividad de alto riesgo, a pesar de todos los asesinatos de prostituidas cometidos en este país. Porque según ellos, mostrarlas como grupo de riesgo sería estigmatizante. Además he oído hablar de casos donde se dice a las mujeres prostituidas que quieren dejar la prostitución que deberían simplemente cambiar de sector y reconvertirse a la dominación en vez de ser ‘escorts’. Esto no es precisamente de ayuda, por supuesto.

F.S: ¿Podemos decir que el estado alemán es el más grande de los proxenetas?

H.M.: Muchas de estas asociaciones de asesoramiento y lobbistas reciben subvenciones públicas o del estado. Como no dan ninguna ayuda a las mujeres que quieren dejar la prostitución y como simplemente las animan a adaptarse mejor al «trabajo sexual», el resultado es que muchas quedan bloqueadas allí aunque no sea lo que quieren. Y es el estado el que se beneficia porque esas mujeres siguen pagando impuestos. Algunas mujeres prostituidas pagan hasta 30 euros al día de impuestos, la llamada «Vergnuegungssteuer» o «impuesto al placer», lo que constituye una denominación totalmente cínica, porque no conozco ninguna mujer que obtenga placer de este «trabajo». Y las mujeres prostituidas deben afrontar gastos y costos enormes: 100 à 180 euros por día por una habitación en un burdel (pagados al dueño del burdel), más los impuestos (pagados al estado), más lo que le pagan al proxeneta.

F.S: He visto que ahora los burdeles alemanes reciben evaluaciones como los hoteles. ¿Es verdad?

H.M.: El BSD, una asociación de gerentes de burdeles ha creado un «sello de calidad» que recompensa a algunos burdeles. En esos burdeles se presenta a las mujeres como que «trabajan» voluntariamente, independientemente de todo proxeneta y ajenas a toda actividad criminal. Obviamente este sello de calidad es completamente falso: un club de propietarios de burdeles que otorga sellos de calidad a los burdeles, ¿cómo pueden esas evaluaciones ser objetivas e independientes? La propia asociación admitió incluso que se trata de una nueva estrategia de marketing para seducir a clientes-puteros que ya no deberán preocuparse de saber si las prostituidas que pagan son forzadas o no. En realidad, de todos modos a los clientes-puteros no les importa lo más mínimo, incluso prefieren que sean forzadas porque entonces son más vulnerables, es más fácil abusar de ellas, ponen menos límites a sus exigencias y no pueden negarse a prácticas sexuales extremas. Este sello de calidad apunta a atraer a un cierto tipo de puteros, aquéllos que pretenden ser «éticamente correctos» y que podrán de ahora en adelante ir al prostíbulo sin contemplaciones.

Un jueves por la tarde en el burdel

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Traducción: Adriana Zaborojsky

Este texto es una parte del diario del año 2005,cuando Huschke Mau aún no se llamaba así sino Svenja o Charlotte o CualquierOtraNombre y pasaba su tiempo sentada en un burdel.

 

¿Por qué estaba ayer derrumbada, totalmente hundida y vencida?

Quizás ya no puedo seguir con este trabajo, quizás no puedo soportar más que exista este sistema tramposo en el que hombres viejos y babosos se follen jovencitas. Si, así las preparan – pues igual que antes las jóvenes “rotas” o en “desgracia” eran entregadas a la prostitución (una práctica común en la edad media- y posteriormente también- una vez deshonradas ya no hay nada más que hacer)-. Así es que las hijas que son violadas por sus padres, hermanos, abuelos, tíos como consecuencia entran en la prostitución, donde seguirán siendo tratadas como basura, criminalizadas, discriminadas y abusadas.

En mi situación, de la que una parte de la culpa se la doy al estado, para el que no es necesario darle una oportunidad a niñas abusadas, maltratadas y “asociales”. Al menos una segunda oportunidad ya que las condiciones iniciales de aquellos niños, unas condiciones de mierda, ya no pueden cambiarse. En esta situación, de cualquier manera, ganan tanto los hombres como los sistemas patriarcales: mis puteros, mi proxeneta y el estado alemán. Yo fui usada por la sociedad y expulsada de ella como si hubiera sido mi culpa haber sido maltratada. Ahora estoy fuera de ella y cualquiera puede hacer lo que le venga en gana conmigo. Parece que el que quiera puede follarme solamente con que quiera hacerlo. Bueno, ya no cualquiera, sólo los que pagan y lo mejor sería que pusiera a su disposición todos los orificios de mi cuerpo. De esto se lucran los señores de la oficina de impuestos, ¿no?, aparte del proxeneta que gracias a que me follan tiene su enorme casa, su jeep, su mercedes y además puede follarme gratis cuando tenga ganas, ¿por qué no?. Sólo hay que ver cómo trata a mi compañera que no puede decir que no sin que haya follón.

El putero también recibe bastante, mucho más de lo que en realidad debería, pero, ¡por dios!, es que ¿hay algo que uno no pueda hacer con una que chupa tantas pollas?, con una que, desde la lógica del putero, está “caliente” todo el día, por lo cual también habría que castigarla. “Probablemente lo que una de esas necesita es que la sacien de verdad”.

Exactamente eso es lo que nosotras fingimos diariamente para vosotros porque de las putas que no quieren hacer lo que vosotros queréis son de las que os quejáis diariamente con nosotras. O somos una de las malas (que no merecen nada) o nos hablan de las odiseas que habéis pasado por todos los burdeles con todas esas horribles jovencitas que no pudieron follar de verdad y nos arrancan un “halago”; “es tan doloroso… no puedes ni imaginártelo”.

En primer lugar, no hacemos lo suficiente y os decepcionamos: ¿Qué, que no haces francés completo? Pero, si eso es desde hace tiempo lo estándar. Ay no, así con condón no siento nada y tu no te quedas con nada adentro (qué tengo que hacer, pienso, ¿es que de verdad me tienen que dejar algo en la boca?, ¿en serio cree que me gusta tener esperma de desconocidos o una polla sin lavar en la boca? Mejor un condón, ¿no?) y a ti te gusta tragártelo, ¿cierto?, es lo que toca, y, ¿qué?, ¿anal no?. ¿Por qué no?, puede ser divertido, seguro que no lo has probado (si, quizás para VOSOTROS es divertido y no, no quiero probarlo, quizás para alguien de talla XS, como yo, duele. No lo habéis pensado, ¿cierto?). Pero un NO no es un no: “pero si no se puede anal por lo menos puedo jugar un ratito por ahí, ¿no?. Y entonces simplemente hacen lo que les da la gana e intentan meterte el dedo por el culo. Y así siguen las discusiones: “qué es esto, ¿los besos no son lo normal en el negocio?, yo no lo sabía, y, ¿por qué?, no lo entiendo” (Claro, porque no reclamáis lo último que nos queda, ya que la mayor parte ya la habéis tomado?). “Uno tiene que besar cuando folla. Oye, ¿puedo correrme en tu barriga, en tus tetas, en tu cara, en tu coño?, ¿qué? ¿no?, pero ¿por qué?, si así no te embarazas y yo estoy saludable como puedes ver” (si, estas afirmaciones las escucho todo el tiempo) y además: “ven, sólo te sobo el coño un poco con mi polla, así no pasa nada, es que si no es todo un poco impersonal, sin sentimientos”.

Y así se pasan el día alegremente intentando sobrepasar los límites. Si he aprendido algo al tener que “ampliar” mi “servicio” para poder ganar algo y no morirme de hambre fue que NUNCA ES SUFICIENTE para ellos. El “servicio” nunca es suficiente. Das una mamada y te lo tragas, ofreces besos y entonces quieren meterte el puño, después de un violento sexo anal eyacular en tu cara y estrangularte. Ofreces esto y luego quieren mear en tu boca, que les lamas el ano y hacerte un garganta profunda al borde de la asfixia o de vomitar.

Aparte de que pueden introducirme vibradores y penes, lo cual es lo más popular, y les parece divertido, no hace falta usar un lubricante o humedecer o siquiera preguntar porque de todas maneras yo estoy “caliente” todo el día. Al final le sigo la corriente y hago como si hubiera estado siempre esperando alguien como él. Esto significa entonces que eso era lo que yo quería, después de todo me comporté como un animal, en parte por el dolor tanto físico como psicológico.

Y lo que se quejan! Por dios, si es que de verdad lo tienen difícil en la vida. En primer lugar tienen que buscar hasta encontrar una chica que puedan dejar sin que se “insubordine” (que le dé por rechazar prácticas sexuales o por poner límites). Lo mejor es que siempre esté “caliente” como perra en celo, que lo tenga estrecho y por supuesto que sea guapa, si no, no dan ganas de violarla, si no no es elegible. Y mientras allí afuera los puteros ni se dejan ver el culo, les parece que mis tetas son muy pequeñas, no les parece bien mi “francés” con condón, no tengo el color de pelo correcto o a saber qué más. Algunas veces ni siquiera les parece que me veo lo suficientemente “alemana”.
Y si finalmente se “dignan” a follarme (eso es lo que ellos piensan), entonces quieren el programa completo, el cliente es el rey, “¿y cuándo será que llega una que me atienda de verdad verdad?”. Escucho cosas como: “yo soy realmente muy bueno en la cama, ¿verdad?. Para ser honestos yo debería recibir dinero por esto” o “venga, que no estoy tan feo, podemos hacerlo por 80 no más, ¿cierto?.

Pero lo más humillante ha sido y sigue siendo tener que fingir un orgasmo. Somos putas de mierda y no nos merecemos otra cosa, pero todos nos necesitan para meternos su puta polla y lucrarse de nosotras. Ese es el culmen del capitalismo, creo yo.

Y luego quieren irse rapidito pues ya se han corrido y se quejan un rato: “para nosotros también es difícil esto, es complicado, pero que voy a hacer, ¡mi mujer no es tan abierta!”.  Un pequeño baño en autocompasión, una simuladita corta de remordimiento, una palmadita en el culo y “hasta pronto”. Una gran película de cine. Ese es el precio que se paga para que exista una institución como la prostitución y esto hay que decirlo claramente, los puteros lo pagan con gusto pues es un precio muy bajo, más bajo que lo que valemos las putas.

Suficiente del tema. Hoy no podría recibir ni un “cliente” más, me dolería demasiado. Admitir todo esto y hacerlo público se siente como morir. Aunque es liberador de alguna manera, el miedo al lunes ha regresado, ese miedo a no poder ser vulnerable, a tener que mirar hacia otro lado porque sé que es una violación y que lo que viene será también el asesinato de mi propia alma.

13 de enero de 2005, Huschke Mau.

 

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL SALIR DE LA PROSTITUCIÓN?

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translation: Vanessa Gutiérrez

 

De vez en cuando  me preguntan por qué es tan difícil salir de la prostitución. A mí me costó años, seguía volviendo a ella – y esto no ha sido únicamente en mi caso. Lo que hace que sea tan difícil dejarla es la complejidad de la situación. Cuando fui a un servicio de asesoramiento para pedir ayuda para dejarlo, me dijeron: “si no quieres hacer esto más, no vuelvas al burdel”. Pero no es tan sencillo.

La mayoría de prostitutas han tenido experiencias terribles con algún tipo de autoridad o instituciones públicas. De hecho, estas mismas instituciones posiblemente sean la razón por la que hay mujeres prostituidas, para empezar. Aquellas que, como yo, han aprendido lo fácil que es caer en el pozo a través del sistema social en Alemania,  saben dónde no ir en caso de necesitar ayuda. En mi caso, los servicios sociales dijeron que había huido de casa, no por ser víctima de violencia, sino porque simplemente “no recibía suficiente propina”. La ayuda que recibí, solo gracias a los esfuerzos de varias trabajadoras sociales comprometidas del centro de niñas, acabó demasiado pronto: se acaba en cuanto cumples 18 años.  Nadie tuvo en cuenta lo dura que es la situación para una adulta muy traumatizada, que no tiene contacto con sus padres ni apoyo y que no tiene un euro. En el centro había una niña que entró porque su padre la violaba repetidamente. El servicio de Juventud los obligó a sentarse uno frente al otro para una “confrontación”, para “hablarlo”. El padre lo admitió todo, pidió disculpas y los del Servicio de Juventud dijeron: “ahí lo tienes, se ha disculpado, no va a volver a hacerlo. Ya puedes volver a casa.” Estoy casi segura de que esa chica jamás volverá a pedir ayuda en una institución oficial. Todas estas oficinas, seguridad social, oficinas de becas estudiantiles (1), oficinas de empleo, de alojamiento… todas te dicen lo mismo: “no entra dentro de nuestra competencia”, y así están eternamente viendo tu solicitud sin solucionarla. “Si tus padres no firman la solicitud (2) será que has hecho algo malo. Siempre es culpa de la niña. ¿Has pensado en pedir disculpas a las autoridades?” La Oficina de Vivienda: “hemos estado procesando tu solicitud desde hace casi un año, ya te diremos algo. ¿Qué es esto, ya no puedes pagar el alquiler? Bueno, si ya no tienes un apartamento, no tienes derecho a respaldo financiero por nuestra parte, así que vamos a cancelar tu solicitud”. Conozco a prostitutas que quieren dejarlo, pero la oficina de empleo se niega a darles apoyo económico, o las amenazan con suspenderlas 3 meses de sueldo si terminan sus “contratos” con el burdel, ya que en realidad no están desempleadas. Otras quieren dejarlo pero no reciben el subsidio de desempleo que les corresponde porque la Oficina de Empleo dice que tienen algún negocio en secreto en el mundo de la prostitución y por tanto reciben ingresos – una suma completamente imaginaria basada en pura fantasía, calculada de modo que así se reduzca el pago del subsidio.

Quienes acaban en la prostitución luego siguen en ella porque este tipo de cosas no se deben a “una decisión libre” sino a una decisión entre dos alternativas (o te mueres de hambre/vives en la calle, o te prostituyes) he ahí el dilema.

Los centros de apoyo y asesoramiento para salir de la prostitución en Alemania no siempre están del lado de la mujer prostituída. Mimikry (un centro de asesoramiento para mujeres en prostitución) celebró su aniversario en Munich con la dueña de una agencia de señoritas de compañía, Stephanie Klee, así que apoyan a los explotadores del gremio. El director de la oficina de Salud Pública de Dresde, que también dirige el centro de asesoramiento, aparece a menudo como ponente en eventos a favor de la prostitución y glorifica la misma como una gran oferta para los puteros, con o sin discapacidad. Kassandra, de Nüremberg, sostiene que la violencia en la prostitución es infrecuente y que las prostitutas no deben ser llamadas “grupo en riesgo”, pues esto las estigmatiza y las expone a la violencia. Dice esto mientras solo en Alemania más de 70 prostitutas han sido asesinadas desde la legalización de la Prostitución de 2002. La mayoría de estos centros hablan de “trabajo sexual” y tienen más que ver con entrar en la prostitución que con salir de ella (como Hydra en Berlín) y sostienen que el mayor problema al que se enfrentan las prostitutas es el “estigma” y no el “trabajo” en sí. Conozco a mujeres que han llegado a alguno de estos centros y les han dicho que el problema no era el trabajo sino ellas, y que por qué no se reorientaban a sí mismas dentro de la prostitución. ¿Cómo puede ser “acompañante” o “sadomasoquismo” una opción? Vete a uno de estos centros y no solo te negarán ayuda, sino que además te harán avergonzarte.

Otro problema es la falta de alternativas. La situación laboral en Alemania no es color de rosa. Es muy difícil trabajar para aquellos que tienen antecedentes relacionados con alguna falta en el contexto de la prostitución (por ejemplo, no respetar las zonas reguladas mientras están “trabajando”, drogas…) o vacíos en el CV que no se pueden rellenar ni con la mejor imaginación. Aparte de eso, las mujeres que pasan años en la prostitución no tienen experiencia laboral o tienen muy poca y a veces ni siquiera tienen formación profesional. Así pues, los trabajos que les ofrecen son los de máximas horas y mínimo salario. Cuando alguien ha dejado la prostitución recientemente, normalmente tiene que lidiar con los desórdenes psicológicos consecuencia del trauma, normalmente estrés postraumático. Y eso significa que puede que no duren mucho en el nuevo trabajo. Y si resulta que no tienes dinero, al final haces lo que sabes y puedes hacer, y vuelves a “trabajar”. Ni una sola prostituta que conozco tiene la confianza suficiente para solicitar empleos apropiados.

También está el trauma. La mayoría de prostitutas sufre desorden de estrés postraumáticos, del mismo tipo que sufren las víctimas de tortura. Sufren de ansiedad, falta de autoconfianza, comportamiento obsesivo, por ejemplo, lavarse compulsivamente o rituales repetitivos y sin sentido que se supone que les dan seguridad (tengo que tocar madera cuando tengo malos pensamientos, y los tengo a menudo. Cuando no puedo tocar madera, tengo un ataque de pánico. Sé que puede parecer una locura y que no sirve de nada, pero no puedo evitar hacerlo).

Cuando pasé de trabajar en un burdel a ser acompañante, no estaba acostumbrada a salir durante el día. No soportaba la luz del día, igual que muchas de nosotras. Alguien cuyos límites han sido violados diariamente a todas horas, puede que no sea capaz de estar con otra gente, porque, de algún modo, su sistema de alarma interno siempre está alerta: “¡cuidado, ahí viene un hombre!”. No quiero empezar a contar aquí lo que supone estar en la calle y que te empiecen los síntomas o tener flashbacks. Las pesadillas y los desórdenes del sueño te agotan. Es casi imposible guardar las apariencias y llevar una “vida normal”. Te sientes “distinta” a los demás, inferior, más herida. Rota. La gente te da miedo, y “los normales” más que nadie, porque son lo que tú no puedes ser: sin preocupaciones, sin heridas, sin miedos. Todo. Bien. De buen humor. Para sobrevivir a la prostitución tienes que separar tu conciencia de tu cuerpo, disociar. El problema es que no puedes revertirlo después. Tu cuerpo sigue sin contactar con tu alma, con tu psique. Sientes que no eres tú misma. Me costó años aprender que a veces, lo que siento es hambre y que esto significa que debes comer algo. O que eso que experimento es que tengo frío, y entonces debo abrigarme. Es agotador aprender, o reaprender, que tu cuerpo tiene sus necesidades, sentirlas, y es aún más agotador cuidar de ti misma. A no volver a tratarte como una mierda. A dormir cuando estás cansada, porque no estás 24 horas en un burdel esperando al próximo cliente. Que no tienes que pasar frío por estar prostituyéndote en la calle y la temperatura está bajo cero. Que puedes cambiar las situaciones que te hacen daño en lugar de eliminar el daño a base de drogas o alcohol. Pero no te libras del trauma tan fácilmente, te acostumbras a él. Este fenómeno se llama “trauma de apego”, y es la razón por la que las mujeres maltratadas por sus maridos siguen con ellos. Las situaciones traumáticas pueden ser adicticas porque liberas una enorme cantidad de adrenalina, y esta es adictiva en sí misma. Igualmente, las situaciones violentas son bien conocidas para aquellas que han estado prostituidas. Lo aprendí desde que era niña: el lugar que me da miedo, donde me hieren, donde me degradan, es el lugar al que pertenezco. Es mi hogar. Por eso, todavía hoy, aún me cuesta manejarme en las situaciones de peligro y tardo en decidir si luchar contra él o huir. Este tipo de situaciones son una mierda, pero me suenan, las conozco. Las situaciones en las que la gente es amable conmigo, no me grita, no me pega, no abusa de mí, me dan miedo. Me siento inferior. Mi interior me dice: “algo malo pasa aquí, es extraño”. La prostitución es como autoinfligirte daño. No, la prostitución ES autoinfligirte daño.

Las adicciones son otro obstáculo para salir. Muchas prostitutas se insensibilizan a base de drogas, alcohol, cigarros, porque esa es la única forma de funcionar. Esto desarrolla una dinámica y pronto te encuentras con un problema de adicción con el que tienes que lidiar.

Es difícil encontrar una terapia para exprostitutas. Hace falta tiempo y valor para ir a terapia, y más aún cuando muchos terapeutas, hombres y mujeres, no aceptan que la prostitución es violencia (escribiré un texto sobre la terapia algún día).

Igual que los terapeutas, a toda la sociedad le cuesta reconocer que la prostitución es dañina, no solo para la sociedad, sino para cada prostituta. Salir de la prostitución cuando lo que se ve “desde fuera” es que es algo completamente normal, que se puede anunciar en vallas publicitarias en calles principales, cuyos anuncios te dejan en el parabrisas, cuando los artículos que hablan del tema nos llaman “trabajadoras sexuales”, “gente que ofrece servicios sexuales”, cuando a menudo te encuentras con textos que minimizan o incluso le dan bombo… todo eso te afecta. Por no hablar de la gente que siente la necesidad de llamar a las exprostitutas que se atreven a hablar “sucias putas”, “cazafortunas”, “con ganas de dinero” o “de mala vida” y escribirlo justo debajo de los artículos que estas mujeres han escrito o de las entrevistas en las que han hablado. Salir y que te digan que esto ha sido “culpa tuya”, que “has tomado malas decisiones”, o que estás mintiendo, significa que puede que sigas en la prostitución porque te degradan totalmente.

La percepción de una misma y una autoestima extremadamente baja aíslan a la mayoría de las prostitutas de su entorno de no-prostitución. Tras pasar años en ese ambiente, la mayoría de las prostitutas se conocen entre ellas. Es como un mundo paralelo. Y algunas veces, este te parece que es “el mundo real”. Porque no tienes ni un ápice de confianza en el ser humano y mucho menos en los hombres. Sabes, porque lo has experimentado en tu propio cuerpo, lo que son capaces de hacer y por tanto sabes lo que significa esa fachada de “desde fuera”, porque los puteros no solo existen en este mundo paralelo, también en el “mundo normal”. Solo que en el mundo normal lo que ocurre es que te hacen avergonzarte de ser una (ex) prostituta, y no solo los puteros, sino otros, mientras que los puteros no solo no se avergüenzan sino que ni les importa. Así que es casi mejor que sigas en la prostitución: en comparación con otros lugares, al menos parece un sitio algo honesto, la violencia contra el dinero, todo el mundo sabe lo que haces, todo el mundo hace lo mismo, todos conocemos las normas y los mecanismos.

Ninguna prostituta, ni siquiera las alemanas, NO sería puesta bajo presión si intenta cambiar de club o dejar el burdel. El cliente habitual tiene que comprarte. Una colega alemana que quiso desaparecer del burdel tuvo al dueño del mismo pegado a sus talones durante un año entero. Le rajó las ruedas, se coló dentro de su apartamento, amenazó a su novio, le contó a sus padres lo que había hecho por dinero. Solo la dejó en paz después de que ella le pagara 3.000 euros (esta cantidad se conoce eufemísticamente como “deudas en las que incurre la prostituta”. Lo que significa en realidad es: castigo por llegar tarde, por no ordenar la habitación, por no aceptar a un cliente, “faltas de asistencia”, alquiler de la habitación, incluso aunque no la hubiera usado por esta enferma, etc.) Y no hablemos de los “novios” de las mujeres prostituidas, que también sacan provecho de su “trabajo”.

En todo esto no he tenido en cuenta a las prostitutas extranjeras, a las que no hablan alemán, que solo conocen la policía corrupta de su país (y aquí en mi país no estoy segura de que la policía se libre de esto…) que, en teoría, no tienen derecho a subsidios sociales en mi país, que no tienen seguridad social, que son llevadas de un burdel a otro en distintas ciudades cada semana y que no saben ni siquiera dónde están.

Y aunque lo supieran, ¿a quién le van a pedir ayuda?

El estado alemán no te da ninguna ayuda. Deja la financiación de la “Ley de Protección de las Prostitutas” en manos de los municipios, lo que asegura que los puteros tengan la posibilidad de seguir de algún modo haciendo sus travesuras. El estado cobra impuestos de estas travesuras y se beneficia.

Y esto, de hecho, nos hace plantearnos si el estado tiene el más mínimo interés en prevenir a las mujeres y niñas para que no acaben prostituidas, o en ayudar a las prostitutas a dejarlo. ¡NO PUEDE SER que ese sea su objetivo!

 

Huschke Mau

 

  1. En Alemania, los estudiantes de familias con renta baja tienen derecho a un préstamo del estado para cubrir sus gastos. Es un préstamo que se tiene que devolver una vez que el estudiante ya tenga trabajo, pero a un interés reducido y tiene unas condiciones especiales si el estudiante tiene hijos o algún familiar cercano del que cuidar. Al mismo tiempo, la burocracia lo ralentiza todo, y este retraso pone a los estudiantes en riesgo.
  2. Los padres tienen que firmar la solicitud como reconocimiento de sus ingresos, para que los estudiantes reciban este préstamo. Las autoridades pueden obligar a los padres a firmar, pero los estudiantes tienen que saber a qué autoridades dirigirse, y estas tienen que tener la voluntad de conseguir que firmen.

¿Qué significa solidaridad hacia las prostituidas?

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Traducción: Adriana Zaborskyj

Desde hace días me asalta la pregunta de cómo puedo expresar lo que es para mí la solidaridad hacia las prostituidas. La razón es la Ley de Protección a las Prostitutas, que viene este verano y su consiguiente obligación de darse de alta.

Lo digo desde el principio: si alguna vez tuviera que volver a prostituirme porque estuviera en una situación de emergencia de la que no pudiera salir, no me daría de alta. Me cortaría la mano derecha antes de hacerlo.

He hablado extensamente sobre el requisito del registro (así como sobre la obligatoriedad del asesoramiento y del uso del condón) porque la introducción del modelo nórdico, con su sanción para los puteros, ni siquiera se ha tomado en serio en el debate en Alemania como yo lo hubiera deseado. Pero también, porque la obligatoriedad de darse de alta para las prostituidas extranjeras, que vienen de casas pobres y tienen que “trabajar” aquí, y para el actual 70% a 90% de todas las prostituidas, significaría una mejora de su estatus actual en comparación con su estatus anterior. La obligatoriedad de darse de alta posibilita, no sólo poder saber dónde se encuentran actualmente estas mujeres, es también una protección para aquellas que “desaparecen” porque ya no pueden seguir siendo “usadas”, están demasiado destruidas o se han resistido. También posibilita que las prostituidas extranjeras, que han “trabajado” aquí y han pagado impuestos (pues se ve que el estado alemán diligentemente se beneficia comercialmente del abuso sexual de mujeres), además de tener obligaciones tributarias, finalmente se les concedan algunos derechos: por ejemplo tener el derecho a la seguridad social que les posibilitaría salir de su situación de prostitución. Esto es importante. Lo que nosotras las abolicionistas hemos logrado ha sido correcto e importante, pero sin embargo hay un PERO y ese PERO es gigante.

Siempre he dicho que comprendo bien a las prostituidas alemanas que están en contra de la obligatoriedad de darse de alta y que odian todo lo que tenga que ver con las autoridades. Nunca olvidaré cuan apartada de la sociedad, criminalizada y sin derechos me sentía cuando tenía que prostituirme. Entiendo muchas de las demandas de las prostituidas alemanas, aún cuando se llamen a sí mismas “trabajadoras sexuales” (por ejemplo la petición de ser dejadas en paz por el estado). Yo también lo habría querido. En una situación en la que, para la mayoría de las mujeres prostituidas, ha significado no tener más opción que la de prostituirse, no hay nada más comprensible que el deseo de, por lo menos, en una situación de mierda como esa, no tener que adicionalmente ser acosada con esa basura represiva, siendo que el mismo estado, en la mayoría de los casos, les ha abandonado (falta de intervención en el maltrato infantil, falta de atención para las víctimas de violencia sexual, falta de condenas en casos de violación, persecución negligente de la violencia doméstica, la prostitución forzada, el abuso, la coerción, etc., sanción económica para las mujeres que se separan de los hombres, una degradación del nivel social y financiero para las madres solteras, etc.). Recuerdo una vez, en un piso burdel, cuando tuvimos una visita de la policía: ellos sentados en la cocina, donde procedieron a revisar nuestra documentación y nos informaron que por nuestra actividad deberíamos pagar impuestos. Todo eso, mientras nosotras estábamos de pie en ropa interior, aturdidas, demacradas, a mi compañera se le veían en el abdomen los moratones (causadas por el dueño del burdel) y yo con 19 años siendo “guiada y capacitada” por un policía acerca de la prostitución (ahora sé que debido a mi edad aplicaba el castigo por trata de personas), en medio de dos perros de combate gigantes del dueño del burdel y al lado del administrador que nos controlaba.

La segunda vez que tuve una visita, esta vez de la policía estatal, querían saber si con las filmaciones hechas por el jefe del burdel, había sido chantajeado alguno de los “clientes” (había cámaras en el pasillo y después me enteré que en las habitaciones también). No se les ocurrió pensar que las cámaras estaban allí para controlarnos a nosotras (para saber el número de “clientes”) y para extorsionarnos a nosotras (las grabaciones de lo que pasaba en las habitaciones fueron hechas sin nuestro consentimiento). Por supuesto, no llegaron a estas conclusiones o hicieron como si no fueran  relevantes.

Esto es lo que le interesa al estado alemán: los impuestos y que todo se ejecute sin problemas. El estado no te pregunta: ¿estás voluntariamente aquí?, ¿necesitas ayuda? o ¿quieres hablar con nosotros sin estos tipos como armarios a tu lado?, ¿quieres salir de aquí?, y si es así, ¿qué necesitas para poder hacerlo?.

Este estado es patriarcal y si puede seguir explotando financiera y sexualmente a las mujeres afectadas lo va a hacer. Es una maravilla poder ver que el estado ahora usa la obligatoriedad del alta en la seguridad social para enviar cualquier alta inmediatamente a la oficina de impuestos y asegurarse un pedazo del pastel.

Si alguna vez tuviera que volver a prostituirme no cumpliría con tal requerimiento. Yo apoyaba la obligatoriedad de darse de alta porque en aquel momento era todo lo que podíamos recibir y porque la seguridad social, y con ella una posibilidad de salida, era todo lo que había para las prostituidas extranjeras, era mejor que nada, y porque me parecía más importante comparado con las preocupaciones de las prostituidas alemanas (que ahora tienen que bregar con las autoridades). Sin embargo me queda un sabor amargo.

Porque incluso resulta traumática la sensación de seguir estando apartada de la sociedad PERO al mismo tiempo estar siendo obligada (por las circunstancias, por ejemplo) y castigada por ello; estar siendo controlada y teniendo que pagar (impuestos) para poder sobrevivir; estar siendo, al mismo tiempo, abandonada por el estado PERO tratada de forma represiva; tener en realidad dos proxenetas, uno un tipo y el otro el estado. Tener miedo de las autoridades y de las instituciones del estado es algo muy extendido no solamente entre la gente pobre o los refugiados, sino también entre las prostituidas. Aún ahora, sufro con la horrible sensación de no poder reclamar algo a lo que tengo derecho. Me veo predispuesta a ver a las instituciones estatales como enemigas y a que me den medios infartos cada vez que recibo una carta de una autoridad.

Son comprensibles las demandas de las prostituidas alemanas, frente las cuales el estado se mantiene lejos. Me molesta cuando se piensa en las prostituidas alemanas como si fueran prostituidas voluntarias y como si pudieran salir de ello en cualquier momento sólo con quererlo. No hay solamente “prostituidas forzadas extranjeras”, por una parte, y “prostituidas voluntarias alemanas” por la otra. El 90% de todas las prostituidas quieren salir de la prostitución, mejor ahora que mañana, pero tampoco significa que al 10% restante se le pueda reprochar que apoyan el patriarcado o que son sus cómplices (y tampoco es que ese 10% esté constituido exclusivamente por mujeres alemanas). Quien tenga una visión en blanco y negro, haciendo la división entre prostituidas extranjeras, prostituidas raptadas, prostituidas forzadas encadenadas en un sótano y, como opuesto, prostituidas alemanas voluntarias, lo hace a la ligera. Y quien además llame a este último grupo “putas”, por hacerlo libremente, no está de mi lado. No es solidario con las prostituidas, para mi es solamente una cosa: un enemigo de las mujeres. Pues si una de nosotras es una “puta” entonces todas lo somos, y también lo son aquellas mujeres no prostituidas. La división de las mujeres en “mujeres honorables” y “putas” es básicamente patriarcal y no quiero que las mujeres lo vean como algo normal y lo asuman así para avergonzar a una parte de las mujeres prostituidas por lo que hacen.
Hay dueñas de burdeles y de negocios de este tipo que se han organizado bajo el pretexto de “sindicato de putas” (BSD / BesD,siglas de asociaciones alemanas de prostitutas) y que se ponen del lado de los derechos de los proxenetas y no hablan para nada en defensa de las prostituidas sencillamente porque se lucran de su abuso. Por lo tanto es lógico que estén en contra de la obligatoriedad del uso del condón y de elevar la edad mínima a los 21 años para el ejercicio de la prostitución. A estas personas pertenecen los llamados “administradores“ (explotadores) y de ellos son los ecos de los aplausos que hacen temblar las paredes.
Pero ellas no son “putas”.

Y ninguna de las llamadas “trabajadores sexuales” es una “puta”.
Y ninguna de las que lo hace libre y voluntariamente es una “puta”

En los primeros años, dicho sea de paso, yo también dije que lo hacía libre y voluntariamente porque la violencia de la que fui objeto me parecía normal. El abuso sexual era para mí sexo normal. La única solución (la prostitución) para mi precaria situación ERA al menos eso: una solución.

Cada una de nosotras las prostituidas tiene sus razones para lo que hace. No se debe jamás, bajo ninguna circunstancia señalar a ninguna de nosotras por hacer lo que hace.

En los comentarios (de Facebook) sobre un artículo de la revista VICE (“10 preguntas que no te atreverías a hacerle a una trabajadora sexual”) se dice que esa mujer apoya al patriarcado y que es tan inescrupulosa hacia otras prostituidas que enferma. Ella no es una explotadora que no haya tenido que poner su propio culo. Esta mujer también debe tener razones para su prostitución (y para dejarse torturar por dinero, dejarse insultar y dejarse inflingir dolor). No porque no nos presentó tales razones impresas en su camiseta no significa que no las tenga. No quiero decir que las mujeres tengan que justificarse por eso. No recriminamos a las mujeres que llegan a las casas de acogida para mujeres maltratadas y que luego vuelven con su maltratador porque apoyan así al patriarcado, o a las mujeres que no denuncian el abuso sexual o que hacen prácticas sexuales sado masoquistas. Siempre está bien tener en cuenta en qué estructuras se desarrollan este tipo de cosas. Pero lo que nunca está bien es responsabilizar a la mujer por tales estructuras y avergonzarla por aquello que la motiva internamente o que la obliga.

La prostitución es violencia y es una parte de la guerra contra las mujeres. En la guerra todo el mundo tiene las manos sucias. Visto así, yo también soy culpable y cómplice pues a mí llegaron hombres que querían perder su virginidad. Yo les dejé claro que necesitaba el dinero, pero con esto también les mostré que era perfectamente correcto y una linda experiencia ir donde una prostituida, y seguramente posibilité que lo repitieran. Dije por supuesto lo que ellos querían escuchar, que yo mi “hobby lo volví una profesión” (al pensar en esto ahora podría vomitar), es lo que se llama vinculación de clientes habituales y quizás ellos lo crean y lo generalicen con otras prostituidas. Visto de esta manera soy la victimaria para aquellas prostituidas a las que este putero les tendría que pagar después de mi. Pero no fue con mala intención, conscientemente o a pesar de tener otra alternativa, pues no tenía otra opción. A las mujeres no prostituidas que me señalan con el dedo les preguntaría con qué tipo de comportamientos apoyan al patriarcado, inclusive diariamente (¿haciéndo la vista gorda ante consumo de pornografía del hombre?, ¿no diciendo nada ante chistes sexistas de los amigos?, ¿no evitando ponerse tacones, a pesar de que duelen ya los pies, sólo porque una mujer debe verse siempre guapa?, ¿rasurarse la vagina porque los señores adictos al porno prefieren ver un coño que les recuerde a una chica prepúber?, ¿comprar cosas a una empresa que usa publicidad sexista?). No podemos culpar seriamente a las mujeres que se mueven dentro de tales estructuras por no moverse dentro de ellas sin llegar a ser tocadas.

Y es por esto que el abolicionismo es el primer paso no sólo para que las mujeres no TENGAN que prostituirse, sino también para que les sea PERMITIDO.
TODAS las madres solteras que viven de la seguridad social tienen derecho a prostituirse, sin registrarse y sin pagar impuestos.

Toda mujer tiene el derecho a prostituirse si cree que TIENE QUE  (en la mayoría de los casos no hay una “decisión” sino que no hay “ninguna otra opción”) porque se mueve en unas estructuras que (supuestamente) no le dan otra alternativa, ya que tiene hambre, conflictos psicológicos, traumas no resueltos o si cree que es divertido (aunque se descubra luego que al tomar esta decisión ya estaba condicionada por la violencia). Pero lo que no podemos olvidar nunca, absolutamente nunca, es que el abolicionismo NO aboga por prohibir la prostitución a las prostituidas, sino que aboga para que trabajen en condiciones en las que no estén en situación de “necesidad de hacerlo” y, sobre todo, castigar a quienes sacan provecho de la prostitución. Estos son: el estado, los dueños de los burdeles, los proxenetas y los puteros, y evitar la explotación futura.

Sí, las prostituidas alemanas tienen algunos privilegios en comparación con las extranjeras (hablan alemán y tienen seguro médico, por dar un ejemplo), pero esto no significa que haya que recriminárselos. Después de un año de haberme prostituido llegué a tal punto que era una sin techo (había vivido en el burdel), suicida y drogadicta. Y sólo porque hay y hubo mujeres a las que les había tocado peor que a mi, no significa que lo mio era estar bien, que yo tenía libre elección y que todo era maravilloso. Así como me fue a mi les fue y les va a muchas prostituidas.

Me duele el corazón cuando pienso que ahora todas la mujeres que tienen que sobrevivir de la seguridad social (y que quizás tienen niños que también deben sobrevivir) y quienes, naturalmente, no se pueden dar de alta, son extorsionables (y los queridos puteros sabrán aprovecharlo). Es terrible que la próxima Ley de Protección a las Prostitutas sólo nos dejó la elección de tener derechos básicos (servicios sociales y posibilidad de salida de la prostitución) para un grupo proporcionalmente mayor a costa de otro grupo de prostituidas con problemas con las autoridades, problemas que manifestamos y que no pueden ser ignorados. Es repugnante que un grupo marginado sea puesto en contra de otro también marginado y que una situación de mierda tenga que ser comparada con otra, que quizás sólo dentro de tal comparación resulte ser menos “de mierda”, pero que, en general, es suficientemente de mierda como para causar traumas, dependencia de sustancias, aislamiento y pobreza.

La próxima Ley de Protección a las Prostitutas, que por cierto no merece su nombre, no puede hacer nada, no lo hará nunca y no será otra cosa que una solución a medias. Era lo que podíamos obtener. Si no hubiéramos luchado, habría sido aún peor, una ley aún más amigable con los explotadores, más amigable con los puteros, más amigable con los proxenetas. Pero no será lo último por lo que peleemos, no puede ser la última batalla.

No olvidaré que al final de todo soy una prostituida, que quizás, quién sabe, AHORA no tiene que “trabajar”. No olvidaré cómo se deletrea la palabra represión, no olvidaré que todas nosotras, las prostituidas, ya sea obligadas por las condiciones o por un proxeneta, hacemos y hemos hecho lo mismo y, sobre todo, no olvidaré quiénes son los perpetradores: el estado, los dueños de los burdeles, los proxenetas, los puteros y todos los hombres que al final se benefician de la prostitución, y tampoco olvidaré a qué cambio de perspectiva pongo mi atención: el modelo nórdico.

ESTO significa para mi solidaridad hacia las prostituidas.

© Huschke Mau